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Venecia es una ciudad muy cercana a la ensoñación. Recorrerla de noche es entrar en un mundo de tenues luces y misterio. El caminante ensaya una constante sorpresa al recorrer sus laberintos. Diseñando, descubriendo recorridos en una infinita combinación de pasos. Vale la pena jugar a perderse. Porque perderse es encontrarse. Podría decirse que su juego se acerca al juego de la vida. Hoy, sábado 8 de Noviembre de 2.008 comienzo a generar trazos, huellas en este blog. Pronto podré subir poesías (propias, ajenas y apropiadas), imágenes, cuentos, humor, información sobre teatro. Y buenas sorpresas. LOS INVITO A PERDERSE EN ESTE BLOG.

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LABERINTOS




LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS
Por Jorge Luis Borges

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mando a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.

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