ALGO DE LA INTENSA ESCRITURA DE MARCELA FLURY
14abr

Lo encuentro con sus manos en cuna meciendo mis insultos para que
calle al fin y duerma entre sus brazos.
Lo encuentro despotricando contra el mundo, insistiendo en cosas que
ya sé, injusticias, realidades que no nos pasan por el costado, que no
las metemos en el bolsillo y que me indignan como a él pero pretendo
ser cálida. La historia es una y nosotros somos parte de ella, pero
ella nos envuelve de tal manera que… que pareciera que no podemos, no
podemos solos ni juntos… Entonces, lo encuentro con su cuerpo
entumecido resistiendo los golpes que le doy para que clave los pies
en tierra firme pero esa es su isla, es ahí donde quiere estar.
Lo encuentro con sus piernas trenzadas a las mías conectando con un
mundo al que no puede resistirse, al menos unas horas al menos una
noche, un recreo, y mi rostro en su pecho y su caricia en mi pelo
custodiándome.
Lo encuentro cuando hecha un pimpollo estoy, retraída, dudosa, frágil,
y me nutre para que los pétalos abran pero nunca más que los suyos que
me abrazan; nunca tan seguros, tan erguidos, porque él sabe que es
siempre en su terreno donde jugamos sino de otra manera no lo hacemos.
Y quiero ir hasta el cielo y su rayuela tiene un límite, entonces me
siento un laberinto.
Lo encuentro con el puño furioso haciendo arena su piedrita y me
resisto a creer que quiere avanzar conmigo de la mano porque no soy su
arcilla, no soy yo la que abriga.
Lo encuentro, cuando mi sombra interroga, cuando el silencio me
invade, cuando el encierro me ahoga y la libertad me sacude. En el
olvido estoy y él se pierde en el río dejando remolinos en los que
navego.
27/12 1.24 AM
Es el mundo el que interroga
porque el horizonte enarbola
una bandera universal.
Y aunque todo se cuestiona
cuestión que todo se derriba
y en las ruinas se descubre
que no hay casitas de naipes
para armar.
Es el mundo el que interroga
porque la humedad acaricia
los dedos de los pies.
Y en la lluvia
atados a la tierra están los ecos
que rebotan en lo hondo
sin permiso a estremecer
Son los verbos en el charco
poco importa el sustantivo
No puedo ser perla
que se abriga entre capullos.
La nuestra es agua turbia
Inexpresivas están/son
las olas del Paraná viejo
Entonces cualquier intensión se derrumba
Y oculta el río la furia acumulada
cuando reprime el eco
de tu enferma calma.
calle al fin y duerma entre sus brazos.
Lo encuentro despotricando contra el mundo, insistiendo en cosas que
ya sé, injusticias, realidades que no nos pasan por el costado, que no
las metemos en el bolsillo y que me indignan como a él pero pretendo
ser cálida. La historia es una y nosotros somos parte de ella, pero
ella nos envuelve de tal manera que… que pareciera que no podemos, no
podemos solos ni juntos… Entonces, lo encuentro con su cuerpo
entumecido resistiendo los golpes que le doy para que clave los pies
en tierra firme pero esa es su isla, es ahí donde quiere estar.
Lo encuentro con sus piernas trenzadas a las mías conectando con un
mundo al que no puede resistirse, al menos unas horas al menos una
noche, un recreo, y mi rostro en su pecho y su caricia en mi pelo
custodiándome.
Lo encuentro cuando hecha un pimpollo estoy, retraída, dudosa, frágil,
y me nutre para que los pétalos abran pero nunca más que los suyos que
me abrazan; nunca tan seguros, tan erguidos, porque él sabe que es
siempre en su terreno donde jugamos sino de otra manera no lo hacemos.
Y quiero ir hasta el cielo y su rayuela tiene un límite, entonces me
siento un laberinto.
Lo encuentro con el puño furioso haciendo arena su piedrita y me
resisto a creer que quiere avanzar conmigo de la mano porque no soy su
arcilla, no soy yo la que abriga.
Lo encuentro, cuando mi sombra interroga, cuando el silencio me
invade, cuando el encierro me ahoga y la libertad me sacude. En el
olvido estoy y él se pierde en el río dejando remolinos en los que
navego.
27/12 1.24 AM
Es el mundo el que interroga
porque el horizonte enarbola
una bandera universal.
Y aunque todo se cuestiona
cuestión que todo se derriba
y en las ruinas se descubre
que no hay casitas de naipes
para armar.
Es el mundo el que interroga
porque la humedad acaricia
los dedos de los pies.
Y en la lluvia
atados a la tierra están los ecos
que rebotan en lo hondo
sin permiso a estremecer
Son los verbos en el charco
poco importa el sustantivo
No puedo ser perla
que se abriga entre capullos.
La nuestra es agua turbia
Inexpresivas están/son
las olas del Paraná viejo
Entonces cualquier intensión se derrumba
Y oculta el río la furia acumulada
cuando reprime el eco
de tu enferma calma.